dilluns, 4 d’abril del 2016

El lobo que cree que la luna es queso (mi versión)


Había un lobo muy, muy hambriento, porque hacía varias semanas que no comía nada, que iba andando por el bosque. De repente, vió un conejito y, rápido y ágil, se abalanzó sobre él. El pobre conejito se dio cuenta demasiado tarde y no pudo escapar. Cuando el lobo estaba a punto de comérselo, el conejito dijo:

- ¡Ooohhh! Lobo, antes de morir me gustaría ver a mi familia por última vez.

El lobo, que en el fondo tenía buen corazón, le permitió su último deseo antes de morir, con la única condición de que él lo acompañaría a su madriguera y tendría un minuto antes de salir. Si no hacía eso, él entraría en su madriguera y se comería a toda su familia. El conejito aceptó.

Lo que no sabía el lobo era que el conejito estaba tramando algo.

Al entrar en su madriguera, el conejito no se despidió de su familia porque tenía la certeza que los volvería a ver. Lo que hizo fue buscar su calendario de eclipses y, en efecto, en siete días habría uno, y la luna no se vería. Cuando salió le dijo al lobo:

- Sé que ahora me vas a comer, pero eso sólo te servirá para una comida, en cambio, sé dónde se esconde el queso más grande del mundo, que serviría para alimentaros tú y tu clan el resto de vuestras vidas. Pero, a cambio, tu clan y tú prometeréis no comeros ni a mis amigos ni a mi familia.

El lobo, deslumbrado por la idea de comer el resto de su vida sin volver a pasar hambre, aceptó, al igual que todo su clan.

El conejito, el lobo y todo su clan emprendieron un largo viaje. Cuando casi llegaban a la noche del séptimo día, llegaron a un río. El conejito, sonriente, dijo:

- Hemos llegado, es aquí. Sólo tenemos que esperar a que se abra la guarida del queso.

Llegada la noche, un lobo dijo:

- ¡Mira! Hay un mini agujero que parece queso, debe ser la entrada.

- Así es - dijo el conejito- Ahora, uno de vosotros tiene que entrar en la guarida para comprobar que es seguro.

El lobo que se quería comer al conejito fue el escogido para entrar. Entró dentro del agua y se sumergió. Los otros lobos no lo vieron, pero el lobo fue arrastrado por las corrientes del río y se ahogó.

Entonces algo sucedió. La entrada a la guarida de los quesos, ese queso que les permitiría no pasar hambre el resto de su vida, desapareció. Todos, menos el conejito, se preguntaban el porqué. Había sido un eclipse. Los lobos regresaron a casa. Durante el camino, uno gritó:

- ¡El queso gigante se ha teletransportado al cielo! ¡Y se ha llevado a uno de nosotros!

Y así era, la entrada sólo era el reflejo de la luna y "su queso gigante" era la luna.

Desde ese momento en adelante, todos los lobos aúllan a la luna esperando que les devuelva el lobo que se llevó.